Melificación: ¿cura milagrosa o mito histórico?

Una tradición peculiar, con el fin de crear una misteriosa fórmula que -según cuentan- podía sanar cualquier mal o dolencia: la Melificación. Lograr esta medicina requería un largo proceso, de más de cien años; según las fuentes históricas que existen, consistía en un autosacrificio, y se consideraba un gran honor ser elegido para llevarlo a cabo. 

La ceremonia iniciaba antes de la muerte. El donante dejaba de beber y comer, y comenzaba a consumir únicamente miel; se sumaban además, baños regulares en esta sustancia. Al cabo de un tiempo, incluso el sudor se volvía mielado.


Una vez que la persona moría, se la sellaba en un sarcófago de piedra rebosante de miel. Se tallaba la fecha de cierre, y solo restaba esperar alrededor de un siglo. Pasado este lapso, y una vez abierto el sepulcro, el cuerpo se habría disuelto completamente. Esta sustancia, de acuerdo con el farmacólogo chino Li Shizhen, era una cura milagrosa capaz de remediar una infinidad de enfermedades, e incluso, de sanar huesos rotos y malformaciones. 


Algunos de los primeros registros de este ritual del “hombre melificado” provienen del historiador griego Herodotus, quien recuerda cómo los asirios embalsamaban a sus difuntos con miel. Sin embargo, la información más cercana (en parámetros absolutamente relativos) proviene del ya nombrado Li Shizhen, en su tratado “Bencao Gangmu” (“Compendio de Materia Médica”), específicamente en la sección final del segmento 52, en el apartado “El ser humano como medicina”, subentrada “Munaiyi” (“Momia”).